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Diciembre 15 de 2007

  Mensaje del máximo líder de la Revolución Islámica de Irán, Aiatul·lah al-‘Udzmah, Seiied ‘Ali Jamenei a los Peregrinos de la Mezquita Inviolable de Dios   Devoción

 
Mensaje del máximo líder de la Revolución Islámica de Irán, Aiatul·lah al-‘Udzmah, Seiied ‘Ali Jamenei a los Peregrinos de la Mezquita Inviolable de Dios
 
Devoción, Hermandad yPreparación ante el Enemigo
En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso
 
La alabanza sea para Dios, Se­ñor del Universo; y que la bendi­ción y la paz sean con nuestro Profeta Muhammad, al-Mustafa y con su excelente familia y nobles compañeros.
 
Saludos a los peregrinos de la casa de Dios, los huéspedes de la hospitalidad del Todopoderoso que han respondido a su llamada divina. Mis especiales felicitacio­nes a aquellos corazones revitali­zados mediante el recuerdo de Dios y que se han abiertos a Sus inagotables bendiciones y miseri­cordia. En tales días, noches y horas prodigiosas, ¡cuán nume­rosos son los que, sabiendo apre­ciar, se entregaron a la atracción de la espiritualidad y mediante la contrición y el arrepentimiento iluminaron su corazón y alma, borrando de su ser el enmoheci­miento del pecado y la idolatría en las olas de misericordia divina que llegan constantemente a este valle sagrado! ¡Que la paz de Dios sea con esos corazones y almas virtuosas y purificadas!
 
Sería adecuado que mis her­manos y hermanas meditaran en esos logros y aprovecharan esta gran oportunidad. No deben permitir que las preocupaciones de la vida material, las cuales conforman para nosotros una continua contrariedad, ocupen su corazón, sino que mediante el recuerdo de Dios, la contrición, el sometimiento y con una firme decisión de actuar con honesti­dad y rectitud, teniendo un pen­samiento correcto y procurando la asistencia de Dios, deben hacer que su corazón entusiasta se remonte en la atmósfera del mo­noteísmo y la pura espiritualidad, y se aprovisione para perseverar en el camino de Dios y el sendero recto.
 
Aquí está el centro del verda­dero y puro monoteísmo. Es aquí donde Abraham (P), el amigo de Dios, llevando a esa parte de su ser que era su hijo al lugar de sacrificio, dejó para todos los cre­yentes en Dios a lo largo de la historia el recuerdo de esa mani­festación del monoteísmo, que consistió en dominar el sí mismo y someterse íntegramente frente a la orden divina. Es aquí donde el Profeta Muhammad al-Mustafa (BP) enarboló el estandarte del monoteísmo frente a los arro­gantes y las falsas divinidades de su tiempo, y consideró que des­entenderse del Tagut o “demonio seductor” es, junto con la creen­cia en Dios, condición para la salvación: «Quién descrea en el Tagût y crea en Dios, en verdad que se ha aferrado al asidero más firme, el cual es inquebrantable» (2-256).
 
El Hayy es la oportunidad de revisar y aprender estas grandes lecciones. Desentenderse de los idólatras y expresar aversión por los ídolos y los idólatras es el espíritu dominante de la peregri­nación de los creyentes. Todos y cada uno de los sitios del Haÿÿ conforman una muestra de en­trega del corazón a Dios, de dedi­cación y esfuerzo en Su camino, de desentenderse de Satanás, lapidarle y rechazarle, y de asu­mir una postura en su contra. Todos y cada uno de los rincones del Hayy conforman una muestra de la unidad y armonía entre la gente de la qiblah (los musulma­nes), de la atenuación de las dife­rencias naturales y aquellas sur­gidas por pautas estipuladas, y del hecho de resaltar su real unidad y hermandad basada en la fe.
 
Estas son lecciones que noso­tros, los musulmanes de todas partes del mundo hemos de aprender y sobre las que tenemos que planificar nuestras vidas y futuro.
 
El Sagrado Corán considera que posicionarse frente a los enemigos, actuar con cariño y bondad entre los creyentes, y la adoración y sometimiento a Dios, como las tres señales de la socie­dad islámica. «Muhammad es el Mensajero de Dios, y quienes están con él son severos con los infieles y compasivos entre sí. Les verás inclinados o prosternados, procurando el favor y compla­cencia de Dios» (48-29). Estos son los tres pilares básicos para erigir la estructura digna y gloriosa de la Ummah o comunidad islámica.
 
Teniendo en cuenta esta rea­lidad, los musulmanes en su tota­lidad pueden identificar apropia­damente los males actuales del mundo del Islam.
 
Hoy en día, los infames ene­migos de la comunidad islámica son los dirigentes de los centros hegemónicos y los poderes ex­pansionistas y transgresores, que consideran el despertar islámico como una gran amenaza para sus intereses ilegítimos y su opresivo dominio sobre el mundo musul­mán. La totalidad de las naciones musulmanas y sus autoridades, políticos, sabios religiosos, inte­lectuales y líderes nacionales de los diferentes países deben for­mar un frente unido con toda la fortaleza posible en contra de este enemigo invasor. Es necesa­rio reunir todos los elementos de poder y fortalecer debidamente a la Ummah o comunidad islámica.
 
El conocimiento y la perspi­cacia, el ingenio y la lucidez, el sentimiento de responsabilidad y compromiso, tener confianza y esperanza en las promesas divi­nas, desestimar los deseos insig­nificantes y triviales en pro de lograr la satisfacción de Dios y actuar en base a la propia obliga­ción, todos estos son los elemen­tos básicos que contribuyen a la fortaleza de la comunidad islá­mica y que le permitirán alcanzar la grandeza, la independencia y el desarrollo material y espiritual, truncando a los enemigos sus abusos y transgresiones en los países islámicos.
 
El trato afectuoso entre los creyentes es el segundo pilar y otra señal de la situación ade­cuada de la Ummah islámica. La desunión y la disputa entre las partes de la comunidad musul­mana son enfermedades peligro­sas que deben ser tratadas con todo el vigor. Durante mucho tiempo nuestros enemigos han hecho grandes y continuos esfuerzos en este ámbito; y hoy en día que el despertar islámico les ha aterrorizado, ellos han inten­sificado sus esfuerzos. El discurso de las personas que se solidarizan y preocupan por el Islam es que las diferencias no deben trans­formarse en antagonismos, y que la pluralidad no debe conducir a la beligerancia.
 
La nación iraní ha nombrado este año como “el año de la ar­monía islámica”. Este nombra­miento fue en base a estar con­cientes de la intensificación de las conspiraciones del enemigo con el fin de sembrar la discordia entre nuestros hermanos. Estas conspiraciones surtieron efecto en Palestina, el Líbano, Irak, Pa­kistán, y Afganistán, de manera que una parte de la gente mu­sulmana de estos países fue insti­gada a luchar y estar en conflicto con algunos de sus propios com­patriotas y derramaron sangre entre sí. Las huellas evidentes de la conspiración fueron visibles en todos estos amargos y trágicos incidentes, y las personas perspi­caces observaron en todo ello las manos enemigas.
 
El precepto de ser «compasi­vos entre sí» expresado en el Sa­grado Corán tiene el significado de “extirpar los conflictos”. En estos gloriosos días, y durante los diversos rituales del Hayy, uste­des pueden ver a los musulmanes de todo el mundo y de diversas escuelas circunvalando en torno de una misma Casa, rezando en la dirección de una misma qiblah, y lapidando al unísono el símbolo del execrado Satanás; al simboli­zar el sacrificio de los deseos y las pasiones humanas actúan de la misma manera; y en los sitios de convocatoria de Arafat y Mash‘ar se encuentran unos juntos a otros sumidos en la súplica.
 
Las diferentes escuelas del Is­lam se encuentran igual de próximas, en términos de los más elementales preceptos, normas y creencias. Por lo tanto, ¿por qué las intransigencias y los prejui­cios deben avivar el fuego entre ellos y por qué las manos traicio­neras de los enemigos se permi­ten avivar este fuego asolador?
 
Hoy, hay algunos que debido a su estrechez de miras y falta de juicio, bajo excusas triviales con­sidera a un gran número de mu­sulmanes como infieles e incluso considera lícito derramar su san­gre. Ya sea que éstos sean cons­cientes o no, están en al servicio de la idolatría, la incredulidad y la arrogancia. ¡Cuántas personas hay que consideran como idola­tría e incredulidad respetar los lugares sagrados del gran Profeta del Islam (BP), los hombres pia­dosos y los Imames (P) -lo cual en realidad es honrar a la religión y la religiosidad-, pero que ellos mismos se convirtieron en los servidores del círculo de los in­crédulos y opresores, y colabora­ron con ellos para lograr sus per­versos objetivos. 
 
Los verdaderos sabios reli­giosos, los intelectuales compro­metidos y las sinceras autoridades deben combatir estos peligrosos fenómenos.
 
Hoy en día, la unidad y la armonía islámica son imperiosos deberes religiosos sobre cuyas vías de aplicación se puede mar­char mediante la cooperación entre los sabios y las personas solidarias.
 
Cuando estos dos pilares de la grandeza, esto es, por un lado la formación de un sólido frente contra los poderes de la arrogan­cia, y por otra parte la mutua compasión, la concordancia y hermandad entre los musulma­nes, se encuentran acompañados por el tercer pilar, esto es, el so­metimiento y devoción al Crea­dor, es entonces que la Ummah islámica avanza en el mismo ca­mino que llevó a los musulmanes a la cima de la gloria y la digni­dad durante el principio de la era Islámica, y encuentra la salvación respecto del humillante atraso que se ha impuesto sobre la misma en los últimos siglos. Ha comenzado la avanzada de este gran movimiento, y las olas del despertar se encuentran más o menos en movimiento en todo el mundo musulmán
 
Los medios de comunicación y las propagandas de los enemi­gos tratan de relacionar con Irán o el shiísmo a cualquier movi­miento de liberación y procura­dor de justicia de cualquier parte del mundo del Islam. Tratan de presentar a Irán, que fue el pre­cursor victorioso del despertar islámico, como responsable de todos los golpes que reciben de parte de los celosos musulmanes de los países islámicos en el ám­bito político o cultural.
 
La epopeya sin igual de Hez­bul·láh que tuvo lugar durante la Guerra de 33 días, la prudente resistencia de la nación iraquí que condujo a la formación de un parlamento y un gobierno desfa­vorable para los ocupacionistas, la asombrosa paciencia y perseve­rancia del gobierno legítimo de Palestina y su sacrificado pueblo, así como muchos otros signos del renacimiento del Islam en los países musulmanes, reciben la acusación de parte de aquellos de estar vinculados a Irán o al shi­ísmo, con el fin de entorpecer el apoyo integral del mundo mu­sulmán. Sin embargo, ese ardid no será capaz de contener la Tradición Divina que consiste en brindar la victoria a los luchado­res por la causa de Dios y a los que auxilian religión de Dios.
 
El futuro pertenece a la Um­mah islámica, y todos y cada uno de nosotros, en la medida de su propio potencial, capacidad y responsabilidad, puede contribuir para acercar la llegada de ese futuro.
 
Para ustedes, dichosos pere­grinos, los ritos del Hayy son una gran oportunidad para prepararse a cumplir más que antes sus de­beres religiosos.
 
Espero que el apoyo divino y la bendición de Hadrat Al-Mahdi, que Dios apresure su apa­rición, les asista en este gran ob­jetivo.
 
Wa-s salâmu ‘alaikum wa rahmatul·lâh wa barakâtuh
 
Saiied Ali al-Husseini al-Ja­memei
4 Dhul-Hiyyah de 1428 (ca­lendario lunar)
Diciembre 15 de 2007


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